Hace 43 años nació Judit Polgar, la mejor ajedrecista de la historia
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de julio._ Frente a los reflectores del mundo entero, el Ogro lo ensayó todo ese día ante la reina y nada le funcionó. Miradas intimidantes, gesticulaciones y lances cuya osadía superaba por mucho el límite de la prudencia.
El escenario era Moscú, donde en septiembre del año 2002 una batalla en especial trascendió para la historia en el marco del tercer match Rusia-Resto del Mundo. En la quinta ronda, en un tablero se enfrentaban la reina del ajedrez universal, la húngara Judit Polgar, y Gary Kasparov, conocido como el “Ogro de Bakú”.
Para entrar en contexto sobre la situación, ya de por sí muy llamativa, hay que señalar que poco antes el ex campeón mundial, al hablar sobre la húngara, la describió así: “Tiene un talento fantástico para el ajedrez, pero, después de todo, es una mujer. Ninguna mujer puede sostener una batalla prolongada”.
Pero esa jornada en la urbe moscovita resultó quizá la más amarga en el largo peregrinar de Kasparov en el universo de los 64 escaques. Su joven rival, entonces de 26 años, le tapó la boca después de hacerle tragar sus palabras.
La húngara , quien llevó las blancas, lo superó en toda la forma, desde la apertura, desdibujada por parte del ruso, hasta la movida 45, cuando, con el rostro enrojecido y la mandíbula trabada, Kasparov se levantó y, tras mascullar algo ininteligible, estrechó la mano a su verdugo.
En realidad, no fue la primera vez que Gary se vio muy mal ante la mejor ajedrecista de la historia. Ocho años antes, cuando Judit apenas tenía 17 abriles, debió ganarle otra partida, pero el “Ogro de Bakú”, apremiado intensamente por el reloj, hizo trampa. Así como se lee: después de soltar un caballo en determinada casilla lo retomó y desplazó a otro lugar, pues se dio cuenta que de otra manera hubiera perdido.
Fue en el famoso Torneo de Linares 1994 y algunos periodistas incisivos calificaron el incidente como “la mano de Dios”, en alusión a la forma en que Maradona metió un gol en el Mundial de Fútbol de México 1986.
La entonces inexperta jovencita no podía creer que Kasparov no había dejado el corcel en el primer escaque donde lo colocó y sólo atinó a voltear hacia el árbitro, a quien se le pasó por alto la rápida acción. A final de cuentas, El conductor de las negras ganó el encuentro.
Para colmo, como buen “Ogro”, el entonces monarca mundial se distanció demasiado de la caballerosidad y acusó a Judit de difamarlo ante la prensa por decir que soltó la pieza y luego la cambió de lugar. Más le hubiera valido al ruso perder por las buenas tomando en cuenta lo que aconteció después.
Al día siguiente, ante el mayúsculo escándalo desatado, el “Ogro” dijo que si soltó la pieza no se dio cuenta. Y 24 horas más tarde un vídeo de la acción levantó una polvareda de críticas a Gary, pues se vio claramente que, aunque sea por un instante, sí soltó el equino y luego lo cambió de sitio.
Otro ex campeón universal, el también ruso Anatoly Karpov, quien participaba en la competencia y le disputaba a su compatriota el liderato, soltó lapidaria andanada ante los cronistas: “Oh, qué chico tan infeliz: Estaba tan concentrado y apurado de tiempo que no notó cómo soltaba la pieza. Todo esto es muy estúpido”.
Y remató con una sentencia que obtuvo casi unánime adhesión: “Analicemos los hechos al revés. Supongamos que en los apuros de tiempo Judit Polgar hace lo mismo que Kasparov. Este hubiera comenzado a gritar y a decir que la jugada se había efectuado”.
No debería haber ningún problema por el hecho de que la genial Judit derrote a Kasparov, pues lo hizo también con otros ocho titanes que en su tiempo ostentaron la corona mundial, como Karpov, Viswanathan Anand, Veselin Topalov, Boris Spassky, Vasily Smyslov, Ruslan Ponomariov, Alexander Khálifman y Rustam Kasimdzhanov. Y eso sin tomar en cuenta a otros incontables jugadores de élite como Gatá Kamski, Alexey Shírov, Valery Salov, Jan Timman y Shakhiyar Mamedyarov.
Pero el ego de Gary, tan grande como su genio, aunado a su pedantería, le hizo verter un mal día un comentario bajuno que ningún otro ajedrecista en el planeta avalaría. Al referirse a las hermanas Polgar (las otras son Susan y Sofía), dijo: “Son como perros entrenados”. ¿Y él qué era, en todo caso?
Bravatas de Kasparov aparte, Judit Polgar, quien este 23 de julio cumple 43 años de edad, ha sido un auténtico prodigio de la milenaria disciplina y la única mujer que ha accedido al top ten absoluto: en 1996 estuvo en el octavo lugar, con sólo 19 años de edad.
En 1991 ganó el campeonato absoluto de Hungría y al año siguiente, cuando apenas tenía poco más de 15 años, obtuvo el título de Gran Maestro absoluto, superando la mítica marca de Bobby Fischer.
En 1993 se coronó en el emblemático torneo de Hastings, fue subcampeona en Dos Hermanas, España, y doblegó en un match, 3.5 a 2.5, al ex campeón Boris Spassky. Al siguiente calendario logró la mejor actuación femenil en la historia del juego, hasta ese momento, al ganar invicta el torneo Comunidad de Madrid.
Sus proezas se sucedieron una tras otra hasta que anunció su retiro oficial en el 2014, después de llevar a Hungría a la conquista del oro en la Olimpíada de Tromso, Noruega. Necesariamente, muchos logros de Judit se quedan en el tintero, por cuestión de espacio, pero esperamos abundar al respecto más adelante.
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