Alexandra Kosteniuk gana el Grand Prix Femenino
MÓNACO, 14 de diciembre._ La ex campeona mundial rusa Alexandra Kosteniuk atraviesa, a sus 35 años de edad, por un dulce momento en su carrera en el mundo cuadriculado. Más que dulce, parece almibarado, pues hoy conquistó sorpresivamente su tercera corona de élite en apenas dos semanas.
Un triunfo en la undécima y última ronda del Grand Prix Femenino, combinado con la derrota de la hasta entonces líder única Aleksandra Goryachkina, le valió a la modelo y actriz rusa el primer lugar en la magna cita tras romper un triple empate en puntos en la cúspide.
Kosteniuk, quien a principios de este mes conquistó en Montecarlo los campeonatos europeos femeniles en ajedrez rápido y en blitz, totalizó siete puntos, producto de cinco victorias, dos derrotas y cuatro tablas. La subcampeona, la india Humpy Koneru, victimaria de Goryachkina, tuvo cuatro victorias, seis empates y un revés.
La flamante monarca, quien es además escritora, tuvo que emplearse a fondo para superar una ultra sólida defensa Caro Kan que le planteó la alemana Elisabeth Paehtz, señal de que esta sólo buscaba las tablas.
En la jugada 20, la eslava sacrificó sensacionalmente la calidad en aras del ataque. El mundo se le vino encima a la germana, quien devolvió material en vano intento de frenar la ofensiva. Elisabeth dejó de sufrir en el lance 42, cuando el avance de un peón libre en el flanco dama puso de manifiesto que sería inevitable su coronación.
El tercer puesto correspondió a Goryachkina, quien sufrió sus únicos descalabros ante Kosteniuk y Koneru. Especialmente doloroso fue el tropiezo que sufrió hoy con negras frente a la india, en 68 movimientos de una defensa Semieslava. Y es que a la rusa le bastaba con sólo tablas para amarrar el liderato en solitario.
Es de elogiar la combatividad de Humpy, quien se jugó el todo por el todo y se lanzó al ataque desde el principio. En un final de torres, alfiles y peones, la pieza pesada de las negras quedó apresada en una esquina por un peón en séptima y un alfil, lo que dejó a los trebejos albos prácticamente con torre de ventaja.