Ding Liren horada la roca Radjabov en 40 lances

Soberbia demostración de ataque

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Ding Liren horada la roca Radjabov en 40 lances

KHANTY-MANSIYSK, Rusia, 1 de octubre._ Quienes querían ver correr la sangre ya pueden estar satisfechos. Y también pueden cerrar la boca los críticos que hablaban de desidia en la final de la Copa del Mundo de Ajedrez. Hoy, luego del tibio enfrentamiento de ayer, los dos titanes finalistas se enzarzaron en una batalla que en términos pugilísticos puede traducirse como sangrienta.

Al final del combate, tórrido como pocos en esta magna cita en Khanty Mansiysk, el azerí Teimour Radjabov había perdido con negras, en 40 movimientos, la aureola de imbatible que lo acompañó en los 19 encuentros previos. Así, el chino Ding Liren, su primer y único verdugo, se puso al frente en la gran final.

Ahora se espera que mañana, cuando conduzca los trebejos albos, el ídolo de Azerbaiyán dé rienda suelta a su talento y creatividad para lanzarse al ataque, que también sabe hacerlo, y muy bien, como lo ha demostrado más de una vez en esta competencia.

Tan cruento fue el choque de hoy, que el chino inició con una apertura Inglesa, que en la movida 12 ambas damas estaban bajo ataque, la blanca perseguida por un caballo y la oscura por un alfil. Ambas terminaron por evadir el acoso y permanecían sobre la liza bicolor cuando el azerí extendió la diestra para felicitar a su adversario por su victoria.

Ding lanzó una feroz arremetida por el flanco de rey, donde avanzó tres peones que pronto dibujaron un panorama inquietante para la defensa. Incluso el ultra sólido Radjabov pasó las de Caín para mantener a flote su posición.

Las debilidades en la estructura de peones negros, cuatro de los cuales quedaron aislados, permitieron que la torre blanca le hiciera la vida de cuadritos al único corcel azabache que quedó en la brega, que no tenía espacio para desplazarse con comodidad.

Cuando en la jugada 39 Teimour por fin llevó su equino al centro, buscando cambiarlo por el alfil, una clavada volvió a la realidad a las negras, que cayeron en la cuenta de que no podían hacer los cambios ansiados. El peón blanco en h6, como una daga apuntando al corazón del rey moreno, impedía esos intercambios y forzaba la pérdida del caballo.

En contraste con la soberbia demostración ofensiva de Ding, en el duelo por el tercer lugar entre el francés Maxime Vachier-Lagrave y el chino Yu Yangyi prevaleció la conformidad y de nuevo empataron en tan sólo 30 movimientos, sin ninguna maniobra que delate gran espíritu de lucha.

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