Foto: https://khantymansiysk2019.fide.com/en/
Tempraneras y copiosas liquidaciones de piezas
KHANTY-MANSIYSK, Rusia, 30 de septiembre._ Una cosa es el cansancio y otra el excesivo respeto al adversario, por no decir miedo. Lo innegable es que hoy el pacifismo se desbordó en dosis industriales en la final de la Copa del Mundo de Ajedrez.
¿Acaso nos mintió el ex campeón mundial Emmanuel Lasker cuando sostuvo que “cada partida es una batalla”? ¿O es que esa famosa frase sólo era válida en las computadoras no tenían nada que ver en la preparación de los ajedrecistas?
La falta de ambición en el choque entre el azerí Teimour Radjabov y el chino Ding Liren, dos maestros de la defensa que se han mantenido invictos desde que llegaron a Khanty-Mansiysk, devino en un masivo y tempranero intercambio de piezas.
A tal grado fue la liquidación de trebejos que, tras los primeros ocho movimientos, se registró una liquidación de material de tal nivel que en la jugada 33 ya habían desaparecido 24 de los trebejos y sobre la palestra cuadriculada se dibujó una posición de tablas teóricas, con dos peones y una torre por bando, aparte de su rey.
No era nada difícil suponer que ninguno de los contendientes iba a arriesgar, pero sí sorprendió la facilidad con que se desprendían de su arsenal. Lo que sí sería deseable es que asumieran esa misma actitud los dirigentes de las potencias nucleares.
Radjabov abrió con peón de rey y el asiático apeló a una variante de la apertura Española que a partir de la movida nueve dio paso a una serie de simplificaciones que mostraron claramente que no querían hacerse mucho daño.
En el encuentro por el tercer puesto, entre el chino Yu Yangyi (blancas) y el francés Maxime Vachier-Lagrave, tampoco hubo mucho espíritu de lucha y el intercambio de piezas estuvo a la orden del día. Firmaron el armisticio en el movimiento 36.