Genialidad al cuadrado del inglés Comins Mansfield
Para hablar de Comins Mansfield primero hay que ponerse un sombrero. Así se lo podrá uno quitar y cumplir con el tradicional gesto de reconocimiento a un hombre que potenció al cuadrado su genialidad en la composición de problemas de ajedrez.
Y miren que hasta Adolf Hitler, cuya obsesión supremacista asesinó a decenas de miles de ajedrecistas en Eurasia, dio muestras de respeto a tan prestigiado exponente del juego ciencia. Eso fue antes de la Segunda Guerra Mundial, en 1937, como relataremos más adelante.
A lo largo de sus casi 88 años de vida, cerca de 1,200 obras surgieron de la mente ilustre del británico, gran maestro de la composición en ajedrez y juez internacional en la materia, además de imperecederos libros sobre ese arte al que bien se le llama “poesía del ajedrez”.
Mansfield, nacido el 14 de junio de 1896 en Witheridge, condado de Devon, Inglaterra, es considerado el más grande compositor británico de mates en dos y muchas de sus primeras composiciones las hizo desde muy joven. También fue fuerte competidor en torneos.
Como difusor del arte al que dedicó siete décadas no tiene parangón. En plena conflagración planetaria, en 1944, publicó el libro “Adventures in composition”. Por su amenidad, esa obra es considerada uno de los mejores métodos para resolver problemas de mates en dos.
Entre 1949 y 1951 fue presidente de la British Chess Problems Society y de 1963 a 1971 dirigió la Comisión de Problemas de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE). Su desempeño en general contribuyó mucho en el impulso de la afición problemística en toda Europa.
Volviendo a la anécdota sobre el Tercer Reich, uno de los numerosos diagramas brillantes de Mansfield ganó el primer lugar en un concurso convocado por “German Chess Federation Olympic Tourney 1936”.
Sin embargo, apenados organizadores le informaron que por restricciones monetarias del régimen ario no le podían enviar el monto de su premio. Lo único que podían hacer era depositarlo en un banco de Berlín o entregárselo a algún conocido de Comins en Alemania.
Ninguna de esas opciones resultó de interés para el británico, escaso de recursos económicos en esos tiempos, cuando además era padre de tres hijos pequeños. Incluso el cónsul germano en Glasgow, admirador de Comins, ofreció una alternativa igualmente rechazada.
Como último recurso, el inglés redactó con cuidado una carta al mismísimo Hitler para solicitar que se le entregara su premio. Tres meses después, le llegó a nuestro protagonista del día un giro bancario, fechado el 19 de junio de 1937, con el premio total: poco más de 20 libras esterlinas.
Su compatriota Barry Peter Barnes tuvo el acierto de rescatar todas las obras de Comins en “Complete Mansfield”, que consta de tres volúmenes. Una obra infaltable en la biblioteca de cualquier aficionado a los problemas de mate.