Zhansaya vence a otra ex campeona mundial
LAUSANA, Suiza, 7 de marzo._ Juventud, divino tesoro, que permite crecerse ante las gigantes. La revelación del Grand Prix Femenino de Ajedrez de la FIDE, la kazaja Zhansaya Abdumalik, está que no cree en nadie en su estreno ante la crema y nata. Hoy le ganó a la búlgara Antoaneta Stefanova, la segunda ex campeona mundial a la que derrota en este torneo.
Tras seis de las 11 primeras rondas, la jugadora que entró de emergente no sólo está al acecho del liderato, a medio punto, sino que ya doblegó también a la rusa Alexandra Kosteniuk, otra ex reina del orbe, y entabló con la actual ocupante del trono, la china Ju Wenjun.
La veinteañera kazaja, que dio soberbia demostración del manejo de los corceles, se va al descanso de mañana, Día Internacional de la Mujer, más feliz que las dos colíderes: las rusas Alina Kashlinskaya (que hoy doblegó con blancas a la francesa Marie Sebag) y Aleksandra Goryachkina.
Esta última condujo los trebejos pálidos frente a la ucraniana Anna Muzychuk, con quien firmó un pacto de paz luego de 41 belicosos movimientos, en un final de torres y peones cuyo equilibrio era muy difícil de romper.
A otra que le fue bien al rebasar el ecuador del evento fue Alexandra Kosteniuk, que por fin se apuntó su primer triunfo, a expensas de la india Harika Dronavalli, que no sólo perdió lo imbatible, sino que se bajó de la cúspide.
La eslava, actriz y escritora de 35 años, ya no está sola en el sótano: lo comparte, con dos puntos, con la francesa Marie y la búlgara Antoaneta.
Igualmente satisfecha y con su aureola de invicta se va al descanso la sueca Pía Cramling, tras rescatar el medio punto con negras ante Ju Wenjun. La asiática atormentó durante mucho tiempo a su rival antes que el colmillo retorcido de la nórdica le permitiera forzar el empate al tomar el control de la columna h donde estaban dos peones blancos haciendo imposible su coronación.
El armisticio se registró en el movimiento 73, aunque a las negras les habrá parecido que se hicieron más de 100 movimientos. Así de fuerte fue el ataque que a base de experiencia y sangre fría desarticuló maniobrando con precisión una torre y un caballo. Esa batería impidió que un peón tan oscuro como sus intenciones alcanzara por el centro la soñada octava fila.
En el otro encuentro, la georgiana Dzagnidze entabló con blancas, en 32 lances, frente a la ucraniana Mariya Muzychuk. Después de su última movida, un jaque con caballo que obligaba al bando albo a capturarlo, las negras propusieron el empate, que Nana aceptó, pues iba a surgir un final muy parejo de peones y alfiles de distinto color.