A sus 98 años, Yuri Averbach es un ajedrecista total
Gran maestro, árbitro internacional, compositor de problemas, escritor de libros especializado en finales, periodista, dirigente, organizador… En el universo cuadriculado, el ruso Yuri Averbach, a unos meses de cumplir 99 años de edad, es un ajedrecista total.
En el ejército de Caissa, el eslavo, quien presume de ser el último jugador vivo que conoció al gran Emmanuel Lasker, que murió en 1941, tendría todas las condecoraciones habidas y por haber, pues en todas las trincheras en que ha estado ha sobresalido.
Nacido el 8 de febrero de 1922 en Kaluga, en la ruta de la humillante retirada de Napoleón Bonaparte tras su fallida invasión a Rusia en el Siglo XIX, Averbach es conocido sobre todo por su libro “Viaje al reino del ajedrez” y “Finales de alfil y de caballo”.
Un golpe de suerte evitó que lo llamaran a filas en la Segunda Guerra Mundial, que en Rusia se conoce como la Gran Guerra Patria, durante la cual murieron casi todos sus amigos. Resulta que en ese tiempo la ley establecía que quien haya terminado su secundaria y cuente con 18 primaveras tendría que ir al frente, pero entonces él tenía sólo 17.
Después de la conflagración planetaria, destacó como jugador de primer nivel. En 1948 clasificó para la final del Campeonato Soviético, cuatro años más tarde participó en el Interzonal de Estocolmo y en 1953 en el Torneo de Candidatos de Neuhausen-Zurich.
En 1954 tuvo una de sus más grandes satisfacciones al coronarse monarca de la Unión Soviética, lo que eran palabras mayores. Quedó por arriba de Tigrán Petrosián, quien luego sería monarca universal, Víctor Korchnoi, Mark Taimánov, Yefim Guéller y Salo Flohr.
En realidad, Yuri, el “Matusalén” del ajedrez (es el gran maestro más longevo del planeta), es un jugador más fuerte de lo que se piensa. Durante tres años fue asistente de Botvinnik en dos matches por el campeonato mundial.
A modo de preparación, sostuvo con él 25 partidas y dos matches con resultados parejos, lo que hizo pensar a muchos que él mismo podía aspirar a la corona universal. Y eso que oficialmente él es ingeniero de profesión, labor que desempeñó por años en su país.
Aunque toda su existencia ha estado ligada al arte que lo apasiona, él considera que sólo fue profesional de las competencias de 1950 a 1962. Aparte de su título de árbitro internacional, que ganó en 1969, es juez internacional de composición ajedrecística, título que obtuvo en 1956.
La legendaria revista Shajmaty lo tuvo como director de lujo desde 1962, y de 1972 a 1977 se desempeñó como uno de los dirigentes de ajedrez más influyentes del mundo: presidente de la Federación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
La historia de Averbach viene a cuento porque agosto es el mes en que el mundo celebra a las personas de la tercera edad. Y él es un gran veterano y un ajedrecista total.